La lámpara de la sabiduría
“Nadie enciende una candela y la pone escondida en un sótano, ni bajo el celemín, sino sobre el candelero, para alumbrar a los que entran. La lampara de tu cuerpo es tu ojo. Cuando tu ojo esta claro, todo tu cuerpo goza de la luz, pero si el está turbio, tu cuerpo está en la tiniebla. Vigila, no suceda que la luz que en ti hay, sea tiniebla. Si todo tu cuerpo esta lleno de luz (interiormente), no teniendo parte alguna tenebrosa, será todo él luminoso (exteriormente) como cuando la lampara te ilumina con su resplandor.“
Evangelio San Lucas 11:33-36 Versión de Mons. Juan Straubinger 1956

En todas las culturas, en todos los continentes y en todas las épocas hay una sabiduría eterna (Sophia perennis), un camino del silencio interior que nos dirige al corazón de la Realidad, a la unión sagrada en Dios. Ese es el camino que recorrieron las mujeres y los hombres, místicas y místicos que resplandecen y que con sus palabras iluminan el camino y con sus actos inspiran a aquel cuyo ojo está claro.
Todos las místicas y los místicos de nuestra religión son unos conocedores profundos de las Sagradas Escrituras y de las incuestionables obras de Jesús de Nazareth siendo fervientes imitatio christi, siguiendo el camino de la renuncia y la vivencia del amor incondicional en Dios. Llaman a abandonarse al fluir de la vida, a contemplar en silencio y envolverse en la luz de la comprensión y de la bondad que se derrama de la divinidad sobre todas sus hijas y todos sus hijos.
Puedes seguir leyendo esta entrada con la música compuesta por nuestra primera mística:
Hildegard von Bingen (1098-1179).
“A los tres años de edad vi una luz tal que mi alma tembló, pero debido a mi niñez nada pude proferir acerca de esto. A los ocho años fui ofrecida a Dios para la vida espiritual y hasta los quince años vi mucho […] a mi me sorprendía mucho el hecho de que mientras miraba en lo hondo de mi alma mantuviera también la visión exterior.”
Tras la recomendación de un monje cisterciense Hildegard envía sus escritos a San Bernardo de Claraval y ante su ardor espiritual éste dice que hay que escuchar a esa mujer guiada por el Espíritu. Hildegard es llamada por el Papa Urbano II para que exponga sus visiones ante el Concilio. El Papa queda entusiasmado con ella, la autoriza a exponer su doctrina, y empieza para Hildegard una intensa etapa de vida pública, y de numerosa correspondencia aconsejando a obispos y reyes. El Papa le pide que predique y ella sale, habla, y predica. Además tiene fama de hacer milagros y curaciones y acuden a ella enfermos de todas partes.
Escribe “Libro de los méritos de la vida” y el “Libro de la obras divinas“, a las que hay que añadir sus libros sobre botánica, medicina, basada en los principios curativos de la naturaleza y sus composiciones musicales (que estás oyendo).
Abadesa, líder monacal, mística, profetisa, médica, compositora y escritora de origen alemán que vivió durante la Edad Media, siglo XII . Una de las mujeres más influyentes, fascinantes y polifacéticas de la Baja Edad Media y a la que, como curiosidad, le debemos la cerveza tal y como la conocemos ahora.
Las beguinas
Las beguinas constituyeron un movimiento religioso y místico de mujeres en el siglo XII, no sujeto a ninguna regla o institución de la Iglesia. Hay que decir que las beguinas no rechazaban su autoridad, ni suponían desafío alguno para ella. Se agruparon de modo libre, sin desafiar a nada ni a nadie. Estaba constituido solo por mujeres que buscaban un camino independiente para su espiritualidad y existencia consagrada a Dios y al servicio del prójimo más necesitado, los pobres y los enfermos.
La ultima beguina Marcella Pattijin leer + muere en 2013 y dice “Ser beguina, para mí, significa continuar la elección de las figuras femeninas que he estudiado. Estar en el mundo sin estar en el mundo”, explicaba, “ser de todos y de nadie. O mejor dicho, de Uno solo: pero Él es libertad absoluta”.
Hadewijch de Amberes (1220-1260)
Fue una mística y poetisa que vivió a principios del siglo XIII en los Países Bajos. Poemas, visiones y cartas conforman la producción literaria de Hadewijch de Amberes, escrita mayoritariamente en neerlandés medio. En sus poemas, más de 60, ensalza el Amor místico de Dios. Hadewijch personifica el Amor en una persona y lo incorpora al lenguaje trovadoresco y caballeresco de su época. Hadewijch plasma la intensidad y emoción del Amor que siente por Dios:
“Hablo de ti y de mi, que todavía no he llegado a ser lo que somos ni hemos conseguido lo que poseemos y que estamos todavía tan lejos de lo que es nuestro y para tenerlo todo tenemos que perderlo todo.”
Hasta hoy nos han llegado dos de sus obras “Visiones” y “El lenguaje del deseo“.
Beatriz de Nazaret (1200-1268)
Basándose en la profundidad de sus experiencias místicas, y en la lectura de los textos de San Juan “El amor procede de Dios”, escribió un hermoso libro: “Las siete formas de amor”. De manera sencilla y en forma de diario íntimo, expresó su deleite espiritual, su gozo de cómo la ascensión de su alma se acercaba a Dios y su búsqueda absoluta del amor ― “ella es amor y el amor reina en ella, en lo que hace y lo que evita hacer“. Su descripción experiencial es la sencillez de cómo el alma se acerca a Dios.
Matilde de Magdeburgo (1207-1282)
Matilde de Magdeburgo fue sin duda una de esas místicas beguinas que regaló al mundo los preciosos textos de alabanza al Amor de Dios. Con tan sólo 12 años tuvo sus primeras visiones que le llevaron a abandonar a su familia y unirse a las beguinas de Magdeburgo con las que vivió durante 40 años. Matilde trabajó como una beguina más ayudando a pobres y enfermos pero ocultó durante mucho tiempo sus visiones místicas.
Animada por su confesor, el dominico Henri de Halle, al que comunicó finalmente sus visiones, decidió poner por escrito esas experiencias místicas que llevaba experimentando desde niña. “Luz fluyente de la divinidad” une poesía y narrativa en un precioso libro donde relata su relación mística con Dios con constantes referencias a su principal inspiración, el “Cantar de los cantares”. La aparición de la identificación de la Luz de Dios como agua, una luz fluyente que se derrama como el agua es una novedad para la teología de origen lumínico. Si ya la identificación de Dios con la luz es ininterrumpida en la mística cristiana a partir de Plotino, la diferencia que Matilde hace no es poner hincapié en la Luz, sino en el fluir de la Luz. Es la Luz fluyente de la Divinidad que desciende sobre el alma. El amor conduce al alma enamorada a derramarse como agua con el otro.
“No puedo bailar, Señor, si tú no me conduces. Si quieres que salte con fuerza, tendrás que cantar primero. Entonces saltaré al amor, del amor al conocimiento, del conocimiento al gozo, y del gozo saltaré por encima de todo entendimiento humano”.
Marguerite Porete (1250-1310)
“En París, el 1 de junio de 1310, una joven, la beguina de Valenciennes, Marguerite Porete fue quemada junto con su libro “El espejo de las almas simples anonadadas y que solamente moran en querer y deseo de amor”, juzgado como herético por algunos extractos. A ella, sometida a juicio por el inquisidor francés, el dominico Guillaume Humbert, se le permitió arrepentirse para escapar de la muerte, pero se negó a abjurar y fue entregada al brazo secular. Se suponía que la hoguera borraría la memoria de la mujer y su escritura, pero afortunadamente algunos ejemplares se salvaron y circularon de forma clandestina por Europa hasta que la estudiosa Romana Guarnieri lo redescubrió en 1946. Margarita no pretendía la eliminación de la institución, sino que proponía la convivencia de dos formas de pertenencia a la Iglesia: una marcada por la necesidad de una vida sometida a reglas, devociones y obras virtuosas; y otra caracterizada por la libertad de quien, uniéndose a Dios en el amor que todo lo envuelve, logra disfrutar de la libertad.” extracto del periódico italiano L’Osservatore Romano 04 septiembre de 2020
Johannes Eckhart von Hochheim (1260-1328)
Conocido como Maestro Eckhart es uno de los grandes místicos cristianos. El movimiento místico de Eckhart busca la unión del alma con Dios al reconocer primero que el Ser pertenece sólo a Dios como refleja en sus obras “Tratados espirituales” o “El fruto de la nada”.
Este dominico alemán y teólogo de la Universidad de París fue procesado y condenado por la Inquisición. Tuvo la fortuna de morir de forma natural antes de que lo ejecutarán o tal vez lo mató el disgusto de ser difamado y acusado de algo que no era. Su legado cala, en primer lugar, entre los dominicos alemanes del siglo XIV: Heinrich Suso y Johannes Tauler y después en San Juan de la Cruz, Angelus Silesius, Jacob Böhme y, ya en el siglo XX, en Martin Heidegger. Toda una inspiración para cualquiera que lea con el conocimiento del corazón.
Nicolaus von Kues o Nicolás de Cusa (1401 – 1464)
Además de místico fue filósofo, teólogo, matemático, y también un gran conocedor de la astronomía, la medicina, la física, la geografía, la historia y la filosofía antigua. Escribió varias obras como “La Docta Ignorancia” o “La visión de Dios” entre otros títulos.
Jakob Böhme (1575-1624)
Fue una de las figuras máximas y más influyentes del pensamiento místico alemán y europeo. Zapatero de profesión y sin más estudios que los primarios, era el autodidacta por excelencia. Su obra es la expresión de un conocimiento no mental, no aprendido, sino vivido y visto, ha ejercido una considerable influencia en numerosos espirituales, filósofos y poetas posteriores de toda Europa. Basó su poder especulativo en lo que él llamó “iluminación divina”, iluminación secreta a partir de la cual llega al conocimiento del ser íntimo, de Dios y a la raíz del misterio del Universo.
Algunas de sus obras son: “Aurora” (1612), “De los tres principios de la esencia divina” (1619), “De la triple vida del hombre” (1620) y “Cuestiones teosóficas” (1624).
Angelus Silesius ( 1624-1677)
Seudónimo de Johannes Scheffler, fue un poeta y místico alemán. Hijo de mercaderes luteranos y médico de profesión se convirtió a la Iglesia católica. “La santa delicia del alma” (1657) y en “El peregrino querúbico” (1675), son la cumbre del misticismo barroco alemán y postulan como posibilidad suprema del hombre la Unidad con Dios, la “deificatio”, en virtud de esa chispa “increada e increable” que, procedente de Dios, constituye la esencia del hombre.
La Divinidad es una fuente
de la que todo mana
y a la que todo retorna,
y por eso también es un mar de LUZ en el que nadas
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La lluvia no cae para sí,
el sol no luce para sí.
Y tú también estás hecho para los demás,
no sólo para ti
Después de una temporada en la Colegiata de San Matías de Breslau, en pobreza total, dado al ayuno y las prácticas ascéticas, muere a los 53 años de edad.
Fundiéndome en Dios,
entonces llego allí,
donde he estado eternamente
antes de mí mismo.
Todas las tradiciones místicas hablan del viaje hacia Dios, del anhelo intenso por Dios y de la devoción del alma hacia Dios; y hablan de entrega y de purificación, de renuncia y de abandono, del servicio y las obras de misericordia al necesitado, resueltos mediante la unión en el Amor. Se ha dicho que todos los místicos se reconocen unos a otros porque pertenecen a la misma patria. Más allá de la multiplicidad de formas religiosas, de ideas y de expresiones de este viaje, no hay nada sino un solo Dios y un solo «viaje hacia Dios».
Antes de adquirir cualquiera de estos títulos, si puedes pásate por una librería y una vez entre tus manos tómate tu tiempo. Hojéalos y decide si lo compras o no.
Recuerda que sólo es una recomendación personal que comparto con vosotros. Si te animas a seguirla, disfrútalos.
Siempre es un placer compartir las obras de estos autores, los disfruto y me inspiran. Es un auténtico placer que alguien se tome tantas molestias para que lleguen a nuestras manos.
Gracias a los editores, traductores, correctores, impresores y a todos los que hacen posible que hoy podamos leerlos y hablar de ellos.
Aclaro que no cito a Santa Teresa de Ávila ni a San Juan de la Cruz por ser de sobra conocidos y sus obras están en todos los formatos incluida una versión del poema “Aunque es de noche” cantado por Rosalía ahí es nada.
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